México fue seleccionado como uno de los lugares para recibir al músico, quien se propuso a unificar a la humanidad con el arte.
El violonchelista nacido en Francia, de ascendencia China, propuso hacer uno de los proyectos más importantes para la música clásica: llevar a 36 lugares del mundo música del compositor alemán Johann Sebastian Bach, a quien tocaba cuando apenas tenía 4 años (época en la aprendió a tocar violonchelo).
Este proyecto nació en 2018 y con ello seleccionó diversos lugares que son considerados íconos del planeta, entre los cuales se encuentran la Catedral Nacional de Washington, el Nikolaikirche en Leipzig, el anfiteatro en Red Rocks en Colorado, el Palau de la Música Catalana en Barcelona y el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México.
Lo que hace especial este concierto es el mensaje que lleva implícito, pues busca hablar sobre nuestra humanidad. Así, atravesamos la cultura y el arte unirnos y ayudarnos a construir un mejor futuro.
“La cultura incluye no solo las artes, sino todo lo que nos ayuda a comprender nuestro entorno, el uno al otro y a nosotros mismos, desde la música y la literatura, hasta la ciencia y la comida”.
Conciencia de la violencia en México
El concierto se conforma por los 6 Suites del compositor alemán, al inicio fue lo que se esperaba: un gran músico mostrando felizmente sus habilidades, la satisfacción de las personas de poder apreciar la música junto a los otros, en un recinto gratuito.
Fue antes de que comenzara el 5 Suite que Yo-Yo Ma se detuvo para dedicar la canción a las víctimas de la violencia en nuestro país y a los innumerables desaparecidos, de los que hasta el momento no se ha dicho algo al respecto.
El público, extasiado, acompañó el mensaje junto a gritos que contaban de 1 a 43, para terminar en “porque vivos se lo llevaron, vivos los queremos”.
El músico, escuchando con el mismo éxtasis, se puso de pie para dar respeto a la voz del pueblo.
Así comenzó una melodía fuerte y melancólica, con matices tranquilizadores que se marcaban con un ritmo marcado por la expresión alegre del intérprete, para después romper con esa armonía e invadirnos con notas graves que hacían erizar la piel: tristeza e impotencia, pero una posible paz que viene de una pizca de esperanza.
Lo malo
Preferencia a desconocidos: El concierto comenzó a las 7:30 y, sabiendo que iba a llenarse el recinto, muchas personas llegaron a las cuatro de la tarde.
Como todos, hicieron una fila que le daba la vuelta al Monumento a la Revolución, pero era obvio que la preferencia se les iba a dar a adultos mayores, mujeres embarazadas o con niños y personas con alguna discapacidad.
Sin embargo, se les dio la orden a la seguridad para no dejar pasar a más personas, sin importar que frente al escenario había un gran espacio.
No sabemos quienes eran las personas que ocuparon ese espacio, pero no eran adultos mayores, discapacitados y no había ninguna embarazada o niño.
En la fila, las personas decían que eran amigos de los organizadores. Por eso hubo algunos empujones y conflictos con la seguridad, pues no se entendía cómo en un concierto que era gratuito había asientos VIP.
Mal sonido: El sonido en los monitores traseros estaba desfasado, por lo que las personas que estaban en la parte de atrás no lo apreciaban muy bien. Aunado a ello, hubo varias interferencias que impedían escuchar bien.
Con todo, fue un concierto que disfrutamos y que logró contentarnos por saber que en México se está haciendo un esfuerzo para fomentar la cultura a través de eventos históricos.
Es verdad, el arte nos conecta: un par de personas se asomaron desde un hotel sin importarles dejar la cama, qué importa, Yo-Yo Ma estaba en México; desde la terraza de un restaurante se divertían para que todos hiciéramos una ola, gritaban y reían, sin importar que no nos conociéramos. Dejó de importar quienes estaban sentados y quienes de pie, Yo-Yo Ma estaba tocando. Así fue el concierto.
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